miércoles, 24 de noviembre de 2010

Supongo que da igual quién lo lea. El sentido de las palabras depende de cómo envíes el mensaje, de ese sentido cada receptor sacará su propia conclusión. Da igual la hora, es tarde, es muy tarde y es verdad que prefiero cobijarme a que me de la luz. No quiero dar pena pero la doy. No quiero hablar pero me obligan a hacerlo. No quiero llorar pero no tengo otra solución. Tic-tac, me avisa. No entiendo porque nadie me enseña. A veces escribo para mí, para buscarme en este orden tan imperfecto y huyo entre páginas que no me dicen nada. No quiero leer esto pero sí obtener una respuesta que me ayude a salir del abecedario, que me tiene metido de lleno en pensamientos y recuerdos, entre agobios y situaciones que me paralizan. Yo no digo nada porque no sé que decirle a esta espera, que no decide ni habla en castellano. Tic-tac, aún no es la hora. Ya no sé en qué fase estoy, porque me encuentro entre estados y cuanto más rápido voy, más lento va el tiempo. Y aquí me tienes, que no me olvido que tengo que esperar, que no espero que me olvides, que no olvido que te quiero.

Las olas de la noche

domingo, 14 de noviembre de 2010

El beso que cruzó Arizona

“que me vuelvas a besar
con besos que besan
besos con sabor a tu boca
atrevidos besos
de semáforos en rojo
labios peleando por besarse
se besaban todas las mañanas
untaban besos en tostadas
besos perdidos
en calles mojadas
sobrevolando tus piernas
besos tiernos de cama
a las tantas de la madrugada
tantean las horas más besadas
besos fríos de invierno
elige el sitio que tú quieras
besos internautas
viajan besando las pausas y silencios
besos discordantes
como pájaros en la cabeza
besos restados en ecuaciones mínimas
liberados besaban encerrados en ascensores
fotografías de besos que se guardan
cuando se echan de menos.”